Las calles casi vacías, algún jubilado paseando, dos yonkis arrastrados con aspecto de no haber dormido. Uno de ellos me pide un piti, le digo que no tengo, y se me echa encima diciendo algo incomprensible sobre el partido del Madrid y haciéndome un regate raro con el pie. Huele fatal y sólo acierto a separarme de él y mirarle mal. Diez metros después descubro que ya no tengo móvil en el bolsillo. Obviamente ni rastro de ellos. Me han robado el móvil a cambio de dejarme una cara de gilipollas de aquí a Bilbao y vuelta. Ha pasado todo el día y todavía al escribirlo me hierve la sangre de mala manera por recordar lo tonto que he sido. Luego unos amigos me decían que mejor que no me haya enterado, que si me llego a encarar lo mismo me sacan una navaja o una jeringa, que nunca se sabe, pero vaya mierda de consuelo. Qué puta mala ostia y mal cuerpo se le queda a uno. Suerte que en el rodaje me han dejado un teléfono para llamar a la compañía y he cancelado la línea, incluyendo la conexión a Internet. Que esa es otra, al menos el móvil tenía contraseña pero si llegan a saltarla me podían haber jodido pero bien. Antes cuando te robaban el móvil sólo peligraba tu factura, pero ahora con los aifons, blakberris y esmarfons en general vamos todos a loco con el gmail, el feisbus y twitter en el bolsillo. Que para algunas cosas te viene de lujo, pero en situaciones como esta de das cuenta de lo vulnerable que es nuestra información. Eso es mal.
Y eso, que el rodaje guay, a ver emiten pronto el anuncio. Pero vamos, que a uno se le queda sabor agridulce después de cosas como ésta. Y os puedo asegurar que el tema de perder el móvil, perder todos los números, toda la información guardada, tener que cancelar la línea, conseguir nuevo teléfono, pedir el duplicado, pedir los números a la gente otra vez… todo eso no es nada comparado con la sensación de GILIPOLLAS que se te queda cuando te han robado en la puta cara y con un truco tan viejo. Voy a matar a algún otro yonki, a ver si se me pasa.